Parece ser que la tecnología de impresión en 3D, cada vez va avanzando más en el campo de la arquitectura y la construcción. Si hace poco podíamos ver como se utilizaba en medicina, para misiones espaciales e incluso para fabricar armas de fuego, ahora Michael Hansmeyer y su socio, Benjamin Dillenburguer nos sorprenden con la primera sala del mundo hecha exclusivamente con una impresora 3D.
Y no son precisamente cuatro paredes y un techo, la sala tiene un elaborado decoramiento interior de estilo barroco, el cual fue impreso por partes y luego unido en la sala.
La instalación, que pesa alrededor de 11 toneladas ha sido realizada gracias a un complicado programa basado en un algoritmo desarrollado por Hansmeyer. Dicho proyecto es el encargado del diseño del conjunto así como de los pequeños detalles que adornan la sala.