A menudo hemos utilizado esta expresión para referirnos a la forma de ejercer la arquitectura de manera cotidiana. Pues bien, hoy retomamos la frase en otro contexto. Hace casi dos años, en el London Festival of Architecture Store Street, hubo quién pensó en usar los sacos de arena que normalmente asociamos a la creación de trincheras o las grandes catástrofes naturales como material de construcción de espacios urbanos.
La actuación, que tenía carácter efímero para los usos del festival, pretendía crear un nuevo espacio de encuentro y descanso. Se crea así un lugar atípico en la ciudad al crear un espacio público con materiales impropios de la construcción, provocando en el usuario una percepción extraña al encontrar una plaza enfocada al relax fabricada con elementos asociados generalmente a situaciones violentas.