“Cuando el orden se considera una cualidad que puede ser igualmente aceptada o abandonada, algo a lo que se puede renunciar o sustituir por otra cosa, el resultado no puede ser sino la confusión. Debemos entender el orden como algo indispensable para el funcionamiento de cualquier sistema organizado, bien sea una función física o mental. Del mismo modo en que un motor, una orquesta o un equipo deportivo no pueden operar sin que las partes cooperen globalmente, tampoco una obra de arte o de arquitectura cumplirá su función ni transmitirá su mensaje a menos que presente un modelo ordenado. El orden es posible en cualquier grado de complejidad, en esculturas tan sencillas como las de la Isla de Pascua y tan complicadas como las de Bernini, en una granja como en una iglesia de Borromini. Pero si no hay orden, no hay modo de decir lo que la obra trata de expresar.”
Rudolf Arnheim, The Dynamics of architectura from. 1977